
La malaria es una enfermedad endémica (=habitual) en 90 países. Transmitida por un mosquito, el 40% de la población mundial está potencialmente expuesta a esta enfermedad. Sin embargo, la enfermedad se ceba en África: el 90% de los casos se producen en África. Además de matar al 5% de los niños del áfrica subsahariana (escalofríense, la mediana de la edad de muerte por malaria es 4 años), la enfermedad es un lastre económico insoportable en ciertas zonas. En esa zona se estima que las familias destinan el 28% de sus ingresos a prevenir la enfermedad. Y no hablamos de ingresos como los de la duquesa de alba, precisamente.
No existe vacuna. Para una de sus variedades, no existe cura. Se transmite por la picadura imperceptible de la hembra de mosquito anofeles, permanece latente hasta seis meses, y cuando desarrolla provoca cuadros parecidos a la gripe, pero con una mortalidad muy elevada. Se calcula que palman de paludismo 1 millón de personas al año.
Por lo que ha entendido este Bestiario (profano en la materia) el pasado viernes se publicó un estudio esperanzador. Una de las vías de ataque a la enfermedad es mediante la inoculación en los mosquitos de virus modificados que sean capaces de impedir la transmisión de la malaria. El descubrimiento de un densovirus que infecta al mosquito, que se transmite a sus larvas (y a las siguients generaciones), que no se transmite a vertebrados (como usted y yo) y que es genéticamente modificable, abre la posibilidad a que en unos años, se pueda infectar a los mosquitos anof con este virus modificado de forma que impida el contagio de la enfermedad.
El señor de la barba es el investigador que ha publicado el estudio, Jason Rasgon, del que pueden consultar su obra y milagros en el link de más abajo. No todo el mérito es suyo: El Dr. Rasgon trabaja en el Instituto para la Investigación de la Malaria de la Universidad Johns Hopkins. Este instituto fue creado a partir de una donación de 100 millones de dólares echa por una persona anónima para que se estudiara el tratamiento, control y desarrollo de una vacuna contra la malaria.
No tenemos foto del donante anónimo. Pero su anonimato le hace más grande.
En la foto un mosquito anófeles en el que el virus descubierto destella fluorescente.

No existe vacuna. Para una de sus variedades, no existe cura. Se transmite por la picadura imperceptible de la hembra de mosquito anofeles, permanece latente hasta seis meses, y cuando desarrolla provoca cuadros parecidos a la gripe, pero con una mortalidad muy elevada. Se calcula que palman de paludismo 1 millón de personas al año.
Por lo que ha entendido este Bestiario (profano en la materia) el pasado viernes se publicó un estudio esperanzador. Una de las vías de ataque a la enfermedad es mediante la inoculación en los mosquitos de virus modificados que sean capaces de impedir la transmisión de la malaria. El descubrimiento de un densovirus que infecta al mosquito, que se transmite a sus larvas (y a las siguients generaciones), que no se transmite a vertebrados (como usted y yo) y que es genéticamente modificable, abre la posibilidad a que en unos años, se pueda infectar a los mosquitos anof con este virus modificado de forma que impida el contagio de la enfermedad.
El señor de la barba es el investigador que ha publicado el estudio, Jason Rasgon, del que pueden consultar su obra y milagros en el link de más abajo. No todo el mérito es suyo: El Dr. Rasgon trabaja en el Instituto para la Investigación de la Malaria de la Universidad Johns Hopkins. Este instituto fue creado a partir de una donación de 100 millones de dólares echa por una persona anónima para que se estudiara el tratamiento, control y desarrollo de una vacuna contra la malaria.
No tenemos foto del donante anónimo. Pero su anonimato le hace más grande.
En la foto un mosquito anófeles en el que el virus descubierto destella fluorescente.
