El último día del viaje, viernes 12 teníamos que llegar con el barco al puerto del que salimos, a eso de las 6 de la tarde. Ese último día salió gris y con muy poquito viento, tan poco, que optamos por hacer la travesía a motor (y jugando al mus, donde el que nunca pierde perdió). A unas 7 millas (10km) del puerto de destino, fondeamos en una cala al abrigo de cabo Caccio, para comer.
Es un paraje bonito, con unos acantilados que se sumergen en el mar y muy resguardado. El día se fue oscureciendo, amenazand
Esos detalles no los sabíamos en ese momento. El mar se había vuelto blanco y la visibilidad era nula. Hicimos lo que se podía hacer: prevenir caídas al agua, intentar poner proa al viento y dar motor a tope para evitar que nos llevara a las rocas, pero la fuerza fuerza del viento y del mar, podía con él. La génova rompió su amarre, soltándose. Pese a estar sueltas las escotas, la fuerza del viento y algún enganchón con los obenques y el dingui hizo que en dos ocasiones una esquina de la vela cogiera tensión, escorando fuertemente el barco, y haciéndolo aún más ingobernable. El viento rolaba constantemente, azotándonos de un lado y de otro. Un rato después supimos que había volcado caravanas, destrozado tejados y tirado árboles.
Pero en esos momentos, sin entender muy bien qué estaba pasando, solo estaba claro que si el viento nos arrastraba a los acantilados, el barco quedaría bastante dañado, quizá nosotros también. Hubo suerte, dentro de todo, y conseguimos ganar unos metros hacia el interior de la bahía, y mientras nos poníamos los chalecos salvavidas, sobrepasábamos las boyas de una pequeña playa. Primero noté cómo la quilla daba contra el fondo, cómo el barco escoraba a babor y el viento nos seguía arrastrando hacia la costa, hasta que el casco toco el fondo, de arena y alguna roca. En medio del vendaval el barco estaba razonablemente estable. Parado el motor, uno a uno, fuimos saltando y alcanzando la costa.
Media hora después el temporal había remitido. No creo que en total durara más de 40 minutos. Quedó una tarde como para ir a la playa. Los turistas del hotel que estaba enfrente empezaron a sacar fotos del barco, una de ellas es la que publicó la prensa al día siguiente, afirmando que había pasado un ciclón por allí. Hubo más incidentes esa tarde. Más barcos encallados, y más situaciones críticas. Recuerdo con angustia que nos dijeron que había habido una llamada de socorro de un barco con niños a bordo, y que la Guardia Costera no encontraba el barco (**). En este video, localizado por el moreno de Valdemorillo puede verse los daños en porto conte, situado en la misma bahía (http://es.youtube.com/watch?v=C1QiA2MMb_Y).
Cinco horas después, dos buceadores, dos barcas y con la tripulación tirando de cabos desde tierra, el barco desencalló, alcanzó aguas con suficiente fondo, y sin daños importantes, navegó por sus propios medios hasta el puerto.
Los ocho que íbamos a bordo salimos prácticamente ilesos (salvo un dedo roto y cientos de púas de erizos repartidas entre los pies y las manos de otros cuatro). Salimos de esta, sí, pero hay que sacar alguna conclusión:
- La suerte jugó su papel. La mala suerte estuvo presente, porque el fenómeno meteorológico que nos atizó es infrecuente (no se recuerda algo así en decenas de años en esa zona), no fue anticipado por las autoridades (si bien llevábamos varias horas con la radio apagada) y se desencadenó en cuestión de minutos (más de tres minutos pero menos de cuatro, diría yo). Y la buena suerte también, porque pudimos evitar hacernos lesiones graves y daños al barco y pudimos reírnos de ello y seguir siendo tan amigos.
- Hicimos bien algunas cosas. Todo el mundo mantuvo la calma ante una situación que en algunos momentos fue tensa, y eso fue clave.
- Si nos volvemos a embarcar, todo el mundo conocerá aspectos básicos de la seguridad en el barco, aunque sea pesado, aunque sea casi siempre innecesario (a la voz “ponerse los salvavidas” supimos todos que estaban debajo del colchón de camarote de proa, ¿qué hubiera pasado si no lo hubiéramos localizado con anterioridad?), de forma que en caso de emergencia alguien además de yo sepa lanzar un mayday, sacar el bote salvavidas, o dónde están las cizallas. Hay que conocer y exigir todas las medidas de seguridad, en este caso, y aunque difícilmente las hubiéramos utilizado, no contábamos con líneas de vida.
- Y las que me aportéis, pinchando en comentarios, después en anónimo.
(*) Palabro cortesía de cierto Secretario de Embajada.
(**) Finalmente parece ser que apareció desarbolado pero con la tripulación ilesa.
P.d, 8/11/08: Ayer, la tripulación me dio un recuerdo del incidente. Ya cuelga en mi despacho.
7 comentarios:
Me gustaría añadir que tuvimos suerte, mucha suerte, también, de tener un capitán como el que llevaba el timón. Que supo mantener la calma, dar las órdenes precisas, manejar el barco y los instrumentos (a mi inexperto parecer) lo mejor que se podía dada la situación y con el inconveniente de la génova, y guiarnos a todos, como el capitán de barco que es, sanos y salvos a tierra.
Puede tener sus manías, mal genio a veces, una barba casi blanca que pincha ;) y mucho mando. Pero tiene un corazón que no le cabe en el pecho y es amigo de sus amigos como nadie.
Y también tuvimos suerte de la tripulación (entre la que me incluyo) que íbamos. Porque supimos mantener la calma, ayudarnos unos a otros en lo que fue necesario, y ser lo que somos, amigos.
Gracias Iñaki. Gracias amigos. Yo el año que viene repito.
PD: sólo añadir que echo en falta en la crónica esa gran jugada al mus que hizo que el inspector le ganara un órdago al cuñao con unas prodigiosas 31 real, ante el descojone general. También quedará para la historia (un poquito de gaseosa... ahhhhhhhhhhhhh...).
Real de tres sietes y puta de oros, jugada por un impávido mus negro con el cuñao de mano sobre mi. Que los detalles cuentan.
Como en todo en la vida, hay que quedarse con lo bueno. Yo me alegro de no haber sufrido el "incidente", y preferiría que vosotros tampoco lo hubiérais hecho por lo angustioso de la situación, pero como experiencia vital es de las que aportan, y mucho. Podéis estar felices y orgullosos de contarlo y nosotros lo estamos de escucharlo.
Por mi parte, a la travesía del año que viene, iré como siempre, contento y la mar de tranquilo, por mi capitán y mis compañeros.
Además, a un tío que le sale la real con sota de oros, no le puede pasar nada malo...
Un abrazo
Cagüen, yo que creí que metiéndonos en un ciclón se os iba a olvidar lo de que perdí al mus por primera vez en la historia...
Un saludo a todos.
Hermanérrimo: por primera vez? en singular? deberías haber dicho "por primeras veces"...
Después de la humillación pública que te hice, me tienes ganas, lo se.
Como el ser humano tiene esa sorprendente capacidad de desalojar de su mente los malos recuerdos y quedarse sólo con los buenos a medida que el tiempo pasa, la tensión se ha diluido enormente desde aquel día. Pero probablemente ha sido el día de mi vida en que más miedo he pasado. Eso debe hacernos pensar en la importancia de las medidas de seguridad que a veces descuidamos, porque son un coñazo y además hace un sol de justicia.
Dicho esto, nunca jamás olvidaré los segundos que pasamos abrazados, en silencio, bajo la lluvia de Capo Caccia, cuando por fin conseguimos alcanzar tierra firme.
En otro orden de cosas, tampoco olvidaré aquel día de la travesía en que Juanillo perdió al mus siendo mano con 31, después de darse mus negro y encontrarse con una Real gloriosa....
Después de 14 años, si catorce… recuerdo haberla comprado para los octavos de final del mundial americano del 94… para un tal Suiza-España en una tienda de la Rue de l’Alle de Lausanne en la que trabajaba Serpil, la novia turca de Eduardo, un amigo chileno. La verdad que ya el primer día nos lucimos… ganamos 3-0… y aunque parezca mentira salimos en el periódico del “24 heures”…. debo de tener el recorte por Suiza a ver si lo encuentro en Navidad… vamos que esta ya despuntaba desde muy cría.
Si catorce años de buenos y leales servicios (eurocopa, mundiales, amistosos, conciertos, navegaciones, sin hablar de que cualquier motivo era bueno para tenderla por la ventana de mi habitación en Suiza… uno de ellos fueron los dos mundiales de Alonso yo que vivía en un barrio lleno de italianos ferraristas… imaginaros!!! Tu país cuando estas fuera tira mucho más).
Vivimos grandes momentos, buenos, malos, muy buenos pero todos inolvidables hasta la ya famosa tarde del 12 septiembre pasado. Aquí el inolvidable ya adquiere tintes épicos…. por el Medican, por los acantilados, por lo surrealista de la situación (de repente un día normal nublado y con alguna llovizna, en medio minuto se convirtió en la mayor tormenta que he visto en mi vida con vientos de 150 km/h y encima en la Semana Grande de “La Virgen de Guía”). No nos podiamos creer lo que estaba pasando. A algunos ya os lo he dicho pero durante el tiempo que estuvimos aguantando el tipo en el barco solo tengo dos imágenes de los demás… una de Iñaki y Manuel G. y otra de Manuel G. diciéndome que había atado su salvavidas al mío que mas tarde me tangaría el otro Manu. De los demás no tengo ninguna imagen hasta que “desalojamos” el barco al grito de “todo el mundo fuera!!! Saltar !!!! Saltar!!!!”… de Manu y Pedro es normal estaban dentro del barco, pero ni de Miguel ni de Juanillo ni de David tengo ningún recuerdo… y eso que estábamos todos codo con codo en esa bañera que cada vez parecía mas pequeña…. gracias a la pericia de Iñaki y a un pequeño empujón de la Virgen de Guia salimos de allí… en aquel abrazu en la playa de Capo Caccia sobraban las palabras….
La famosa bandera quedo echa un Cristo…nunca mejor dicho… y empezaron a salir a flote los primeros rumores de que había que hacer algo con ella pa Iñaki… la verdad que la chica se había ganado una meritoria jubilación.
Chinolá
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