
"Sabemos que faltan asignaturas pendientes, estamos conduciendo, pero tenemos que mejorar las neuronas del Estado, que sea eficiente y transparente, tenemos en claro cuales son las asignaturas pendientes, lo importante es tener los ojos y los oídos bien abiertos" (N. Kirchner).
Esta semana ha sido difícil no revivir cierto viaje a Buenos Aires. pero no teman. Hoy este post es una recomendación gastronómica. Espero lo disfruten.
Aquí a la izquierda tienen una estupenda panorámica de puerto madero. Algunos de los lectores de este post han comido muy bien ahí. Pero hoy vamos con algo más cercano.
Escuchen, si quieren, un tango que habla de una persona, originaria del barrio de Mondiola (Montevideo). Un tipo espabilado, con ambiciones pero al que la vida no le ha dado oportunidades. Durante la semana trabaja mucho, pero al llegar el sábado se acicala y va al centro hecho un pincel. Divertido y vividor, aficionado a los prostíbulos cercanos al parque japonés. Después de una noche de mujeres y baile, de madrugada, al volver a su casa, masculla para sí “soy un tío listo... fenomenal”.
Paladeen de esta historia en lunfardo, y disfruten (si quieren y pueden) del tango:
Del barrio La Mondiola sos el más rana/ y te llaman Garufa por lo bacán;
tenés más pretensiones que bataclana/ que hubiera hecho suceso con un gotán.
Durante la semana, meta laburo, / y el sábado a la noche sos un doctor:
te encajás las polainas y el cuello duro / y te venís p'al centro de rompedor.
Garufa, ¡pucha que sos divertido! /Garufa, ya sos un caso perdido;
tu vieja dice que sos un bandido / porque supo que te vieron
la otra noche /en el Parque Japonés.
Caés a la milonga en cuanto empieza/ y sos para las minas el vareador;
sos capaz de bailarte la Marsellesa, / la Marcha a Garibaldi y El Trovador.
Con un café con leche y una ensaimada /rematás esa noche de bacanal
y al volver a tu casa, de madrugada, / decís: "Yo soy un rana fenomenal".
Cuando tengan un día carnívoro y quieran una buena ración buena (no hay erratas: una buena ración buena), puede que les encaje visitar “El viejo almacén de Buenos Aires”, en un remetido difícil de encontrar de la calle Ramón Gómez de la Serna, 4. La espera del comensal tardante se hace amena si uno se fija en cualquiera de los trastos y frases pintadas y enmarcadas en las paredes. Ojo a la hora de sentarse. En plazas estrechas dos del club no se pueden sentar al lado.
Tras un pica pica aseado, pero de alivio, tendrán que elegir entre pocas referencias de una carta hecha sobre la base de una materia prima excelente y bien tratada. No hay error posible con el bifé. Para otra visita queda la sección de carnes no argentinas (gallegas, que no es moco de pavo).
Si se sienten investigadores pueden acompañar su carne de un vino argentino, aunque se ofrece el recurso a crianzillas contrastados y qué les voy a decir yo, apetecibles.
Con los postres viene lo peor de este restaurante. No me refiero a los alfajores, panqueques o dulces de leche (postres excesivamente dulces, como no puede ser de otra forma). Si les ha gustado el tango Garufa, si han disfrutado con su lenguaje revoltoso y mordaz, y les apetece sufrirlo en directo, no lo duden: en pocos sitios se canta peor en público (antros caraoquianos aparte). Nada es perfecto.
Salimos a 50 napos.